sábado, 28 de febrero de 2009

Garfield Akers - 12 minutos para la historia del blues

La historia del blues, sobre todo del blues anterior a la II Guerra Mundial, está repleta de historias dignas de una novela, de músicos maravillosos casi desconocidos y de grabaciones míticas que un buen día salen a la luz o se quedan en eso, en mitos. Es decir, que es un terreno fértil para que el aficionado realice descubrimientos insospechados. Hace un tiempo descubrí en una de las recopilaciones de la serie Saga Blues (www.sagajazz.com/), un tema increíble, “Cottonfield Blues” (luego supe que se trata de la Parte II de la composición), firmado por un bluesman desconocido para mí: Garfield Akers. Me llamó la atención una forma muy particular de cantar, muy “bruta”, en la línea de bluesmen como Blind Willie Johnson o Charley Patton, con la determinación de quien tiene algo que transmitir y quiere hacerlo aunque todo se derrumbe a su alrededor: es decir alguien, y vamos allá con el tópico, “poseído por su música”.

Investigué un poco y supe que Garfield Akers nació en 1901 en Brights o Battes (Mississippi) y murió hacia 1959. John Lee Hooker y Robert Wilkins lo citan como una influencia. Al parecer sólo grabó cuatro temas (o más bien tres), repartidos en dos sesiones en 1929 y en 1930. Nada más. En la primera sesión, que tuvo lugar el 23 de septiembre de 1929 en el hotel Peabody de Memphis (Tennessee), Akers grabó para el sello Vocalion su “Cottonfield Blues” dividido en dos partes de tres minutos (para poder incluirlo en un disco de 78 revoluciones). Le acompañó a la guitarra Joe Callicot, un músico más conocido que él. Las dos guitarras de Akers y Callicot, se entrelazan de tal manera que suenan como una “súperguitarra” (la calidad de la grabación tampoco ayuda) que acompaña la voz con figuras muy rítmicas aparentemente sencillas pero en realidad muy intricadas. “Cottonfield Blues” tiene la estructura típica, canónica cabría decir, de los blues, es decir, 3 acordes, 12 compases y 3 estrofas con estructura AAB. La originalidad del tema es que Akers lo canta al estilo de los field hollers, es decir de los blues cantados a capella en el trabajo (como muchos otros bluesmen, Akers trabajó en las plantaciones). Su forma de alargar algunas sílabas y transformar la pronunciación de algunas de ellas (“letter” pronunciado como algo parecido a “lerúuuuu”) es completamente personal.

El 21 de febrero de 1930, Akers volvió a grabar en el hotel Peabody de Memphis otras dos canciones (esta vez sí que eran dos) para Brunswick o Vocalion de nuevo (las discografías discrepan). Esta vez lo hizo en solitario y aquí sí que se aprecia que falta el acompañamiento de una segunda guitarra: el ritmo es menos fluido, más cansino, aunque ambos temas son muy buenos, sobre todo “Dough Roller Blues”, una de las primeras variaciones del célebre “Rollin’ and Tumblin’” (el cuarto tema, “Jumpin’ and Shoutin’ Blues” adolece de un sonido bastante pobre).

Las cuatro grabaciones de Akers se pueden encontrar desperdigadas en numerosas recopilaciones, pero Son House and the Great Delta Blues Singers, publicado por Document, los reúne y permite además disfrutar de Son House y de Joe Callicot, entre otros. El volumen nº 12 de Saga Blues, Plantation Blues: Cotton Patch & Tobacco Belt Blues incluye “Cottonfield Blues (part 2)”, mientras que en el nº 36 Mississippi Blues: Delta Guitar Pioneers figura “Dough Roller Blues” (cito los discos de Saga Blues porque son fáciles de encontrar, a muy buen precio y con buena calidad de sonido).

3 comentarios:

Agustín Pérez dijo...

Muy interesante el artículo, Diego.

Los dos temas de la segunda sesión de Garfield Akers fueron editados originalmente en el disco de 78 rpm Vocalion 1.481, dentro de las "race series" (hay que recordar que Vocalion era el sello "barato" de Brunswick). Los números de matriz son MEM-776 (Dough Roller Blues) y MEM-777-A (Jumpin' And Shoutin' Blues).

Un saludo,
Agustín Pérez

Diego Sánchez-Cascado dijo...

Gracias Agustín, tú siempre al quite (me empiezo a parecer a alguien...).


Un abrazo,

Diergo

Agustín Pérez dijo...

Es lo que tiene ser un enfermo de la investigación discográfica.

Agus (je, je)